La economía de Swazilandia está al borde del colapso, pero el gobierno apuesta al futuro ofreciendo los escasos fondos públicos con que cuenta a jóvenes con proyectos empresariales.
Tras constatar que el país no atraía inversiones extranjeras directas adecuadas, el gobierno creó el año pasado el Fondo para Potenciar Jóvenes (YEF, por sus siglas en inglés), que ofrece capital semilla para que los desempleados puedan lanzar su micro negocio.
"Los jóvenes constituyen más de la mitad de los desempleados, y el gobierno trata de sacarlos de la calle para que lleven el pan a la mesa", explicó el director de Asuntos de Jóvenes, Bheki Thwala.
El gobierno ya sufría una grave presión fiscal tras la disminución de sus arcas en 60 por ciento, cuando destinó 1.250 millones de dólares a este fondo.
La falta de recursos del país obedece a que la Unión Aduanera de África Austral (SACU, por sus siglas en inglés), que solía cubrir más de 60 por ciento del presupuesto nacional, cambió la estructura de ingresos del bloque.
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Los préstamos del YEF tienen 10 por ciento de interés, pero no se exige garantía a los beneficiarios, que tienen entre 18 y 35 años.
"Es un fondo de desarrollo para atender el desempleo juvenil", indicó Thwala.
Futhi Mngomezulu, de 29 años y especialista en tecnologías de la información, y su hermana Gcebile, de 27 y electricista, están entre los 600 jóvenes que se beneficiaron del fondo de desarrollo. Ninguna de ellas podía encontrar empleo en su área y decidieron iniciar su propia empresa de diseño y fabricación de insignias para uniformes escolares.
"Pero lo más difícil era juntar el dinero para comprar la máquina de bordar, que cuesta 65.000 lilangeni (SZL)", equivalente a 8.000 dólares, relató Futhi. "Solo pudimos reunir 25.000 SZL (3.100 dólares) con ayuda de nuestra madre", añadió.
Por suerte, al año siguiente el gobierno abrió el llamado para el YEF.
Las dos hermanas recorren las escuelas de la capital y los alrededores ofreciendo sus servicios de diseño y bordado. Su empresa FGM Embroidery Services, recibió 6.200 dólares del YEF, con los que compraron la máquina en Sudáfrica.
"Cubrimos una gran demanda, pues nos dimos cuenta que solo había dos empresas que daban este servicio" y ya estaban sobrepasadas, indicó Futhi.
Antes de recibir el dinero de la organización asociada con el gobierno para la distribución del efectivo, Imbita Womens Finance Trust (IWFT), recibieron capacitación en gestión empresarial.
"Sabemos cómo llevar nuestros libros y lo básico sobre la gestión de una empresa", indicó Futhi.
Tienen muchos pedidos, pero al ser jóvenes deben trabajar el doble para convencer a sus clientes de que pueden cumplir y operar en un sector que funciona con plazos.
"Si no terminas el trabajo a tiempo, la próxima vez contratarán a otro", señaló Futhi. "Eso quiere decir que hay que trabajar hasta tarde, en especial durante la zafra, en enero", añadió.
Incorporar a una agencia como IWFT para administrar el fondo resultó un éxito, indicó Thwala. Ella se encarga de estudiar a los solicitantes, distribuir el dinero, supervisar y evaluar el rendimiento del proyecto.
"Para el primer grupo de beneficiarios contamos con 5,8 millones de SZL (718.000 dólares) para 590 personas en agosto del año pasado", indicó Thwala. "Ahorramos cuatro millones de SZL (495.000 dólares) para este año debido a la crisis fiscal", añadió.
Este año solo 152 personas se beneficiaron de un paquete de 250.000 dólares porque el Ministerio no tuvo presupuesto debido a que las arcas del Estado tocaron fondo y tuvo dificultades para pagar salarios, suministros y prestaciones sociales o transferencia de efectivo.
Un beneficiario individual puede recibir entre 63 y 2.475 dólares, una empresa, entre 630 y 6.200 dólares, y una asociación recibe un máximo de 12.500 dólares.
La capacitación, junto con una gran dosis de entusiasmo y trabajo duro, fue fundamental para garantizar una alta tasa de devoluciones del préstamo, indicó la directora de IWFT, Sibongile Shongwe, aunque el desafío es asegurar el crecimiento empresarial.
"Los jóvenes tiene visión empresarial, pero se necesita mucho cuidado y planificación para llevar una empresa a un mayor nivel", indicó Shongwe.
Pero el mayor desafío del YEF es que hay beneficiarios que no están realmente interesados en convertirse en empresarios. En cuanto les toca la puerta una oportunidad de trabajo, abandonan el proyecto.
Otros, en cambio, siguieron sus estudios en el exterior gracias a una beca y dejaron su empresa.
"Eso afecta la tasa de devolución, porque no pagan su deuda", explicó Shongwe. "También hay gente que simplemente no paga porque es dinero del Estado", apuntó.
El gobierno diseña una política para procesar y multar a los morosos porque se supone que este fondo es rotatorio para que más gente se beneficie de él, según explicó.
Pero en los casos en que los proyectos se ven afectados por desastres naturales, el IWFT realiza una evaluación y ofrece una refinanciación para recuperar la empresa.
"También recomendamos la contratación de un seguro para los proyectos susceptibles de verse afectados por desastres naturales, como huertas y cría de pollos", remarcó Shongwe.
Hay muchos proyectos exitosos como el de Futhi, con jóvenes que se esfuerzan para hacer funcionar su empresa. Aunque es demasiado pronto para contar las ganancias, ella y su hermana van por bueno camino.